marzo 01, 2009

PROVIDENCIA: EL ENCANTO DE LAS COSAS SENCILLAS

Hace muchos años, cuando tenía 16 (..bueno, no hace tanto, ja!) había oído hablar de Providencia, de su tranquilidad y belleza… y a mí me sonó aburrido. Años después (…pocos años después), con un tanto de stress en la cabeza, cansancio en mi cuerpo y ganas de desconectarme, Providencia sonaba como un paraíso perfecto por descubrir. Y así fue.

Mi novio y yo emprendimos un viaje al descanso y al encanto de disfrutar las cosas sencillas de la vida.

Volamos en enero a Providencia, vía Satena, haciendo una corta escala en Medellín (tiempo suficiente para comprarse un delicioso bizcocho de la pastelería Astor) y luego nos detuvimos ratito en San Andrés. Debo destacar que los aviones de Satena (que es la aerolínea del Estado colombiano) son muy buenos y modernos… aunque a veces hay más requisas de la cuenta.
La llegada a San Andrés te llena de emoción. Divisar el mar de múltiples azules es majestuoso. El aire un tanto pesado, característico de tierra caliente, indica que has llegado y que tu ritmo de vida tiene que ser mo-di-fi-ca-do. Y hay que comenzar añadiéndole a tu acelere citadino una dosis importante de paciencia, pues los ritmos caribeños son bieeeeen diferentes.

Apenas se desembarca, hay una especie de control de inmigración y dependiendo de la hora a la que llegues, puedes entrar fácilmente a la isla o someterte a unas caóticas filas. Así que en este punto, es importante comunicarle a los encargados que uno está en proceso de transferencia a otro vuelo, para que no te demoren tanto y no vayas a perder la conexión.

Son 15 minutos más de vuelo a Providencia en un avión más pequeño. Otro registro de ingreso en el aeropuerto “El Embrujo” y ya estás en el paraíso. Old Providence y Santa Catalina cubren un área de 22 km2. El tramo más largo de la isla llega a medir 7 km y el mas ancho 4 kms. Así que la isla es pequeña… pero no tanto.

Hay que acomodarse y desempacar, y para esto hay opciones de estadía para investigar (obvio, anticipadamente). Nosotros decidimos rentar una casa. Hay varias y muy bonitas que te permiten tener la libertad y privacidad que necesitas. Hay hoteles también… y pequeñas posadas. Sin embargo, creo que sale más económico, cómodo y “libre-de-turistas”, la opción de la casa.
El Decameron ha comprado un montón de pequeños hoteles en la zona, así que quienes creen en el “todo incluido”, puede averiguar por este lado… pero yo NO lo recomendaría. No hay nada mejor que el plan diario de salir a buscar un buen sitio para comer… y además así se apoya la economía local y no la de la gran línea hotelera.

En tu propia casa, sólo tienes que tener algo para desayunar y picar. Nosotros llevamos algunas cositas “gourmet” desde Bogotá, pero allá puedes conseguir de todo. Los tragos, son baratísimos en las tiendas, así que no hay que encartarse con ninguna botella en la maleta desde tu casa.

El otro arreglo que hay que hacer, de manera inmediata al llegar a Providencia, es la de conseguir un medio de transporte. En la isla te podrías mover caminando o trotando, pero igualmente las distancias te limitarían. Si uno quiere sacarle jugo al paseo, sí o sí, tienes que alquilar una moto, un carrito de golf o un carro tipo campero. Nosotros optamos por la moto.

¡Listos!

Bueno, ahora con hospedaje, bebidas y transporte arreglados, es hora de descubrir la isla.

Hay que montarse en la Bws y comenzar a recorrer a Providencia. ¡No hay que preocuparse por irse a perder! pues sólo hay una carretera costera que da la vuelta a la isla. Comenzamos por descubrir la arquitectura caribeña llena de hermosas casas de madera y mucho color. Hay varias construcciones en la montaña, con increíbles panorámicas. En el camino, en el que uno puedo encontrase con una iguana o dos, hay miradores para detenerse y ver espectaculares puestas de sol.

Si de playa se trata hay varias por explorar. No son muy extensas, pero son lo suficientemente bellas para pasar un buen rato tomando el sol o construyendo un castillo de arena.

Al sur de Providencia, está la Bahía de Manzanillo o Manchineel Bay, que tiene la fama de ser una de las más bonitas de la isla. El mar aquí es delicioso porque hay viento y olas… y nada mejor que jugar con las olas. Rolando tiene aquí un bar-restaurante, en donde, durante el día puedes comer unas empanadas de cangrejo muy ricas y en la noche se puede disfrutar de una fogata en forma de corazón y algo de reggae en vivo.
Siguiendo un poco hacia el norte, por el occidente de la isla, está la Bahía del Sur Oeste, o South West Bay, en donde está una de las playas más extensas que se pueden encontrar en Providencia. Aquí hay algunos hotelitos y varios restaurantes en la playa muy buenos, en donde se puede comer pescado frito, arroz con coco, langosta, camarones, langostinos y el famoso rondón que preparan por encargo (plato típico del caribe, en donde se cocina pescado, caracol, yuca, plátano y donplins en leche de coco; en San Andrés lo sirven más como una sopa, aquí es más como un “sudado”). La vista aquí es espectacular. A mi no me gustó tanto el mar aquí porque la arena en el fondo es un tanto “espesa”… pero es un lindo lugar para pasar toda la tarde. Hay buena música en Richard’s Place, en donde los mojitos son deliciosos, de día… o de noche.Si se sigue el recorrido hacia el norte, en la carretera hay un sitio llama Cafe Studio, que le pertenece a Miss Mary. Es un delicioso restaurante en donde se come exquisito y se puede saborear el mejor pie de coco que me he comido en la vida.

Después del delicioso manjar, unos kilómetros más al norte, nos encontramos con Fresh Water o Bahía de Agua Dulce, es la zona turística de la isla. Aquí es donde están la mayoría de hoteles y por lo tanto donde hay más turistas. Y no es que el turismo sea masivo en Providencia, pero de seguro la mayoría de gente que viene de vacaciones la encuentras aquí, y por eso nunca fuimos a a playa de Agua Dulce. Sin embargo, si estuvimos en la zona, disfrutando de otros placeres. Aquí queda Caribbean Place, el restaurante del Chef Martin Quintero, que tiene un muy buen ceviche de pescado adobado con romero. Ah! y también hay un sitio adorable para pasar todas las tardes a comprarse una deliciosa paleta de sabores exóticos: Frenchy Paletas, es un café y una tienda llena de curiosidades.Más adelante queda una playa casi-secreta… se llama Almond Bay. Al encontrar el aviso en la carretera, hay que dejar la moto parqueada ahí… luego se inicia una pequeña caminata por un sendero natural y finalmente se llega a una playita, no muy extensa, muy privada y bella. El relax es total.Ya llegando al extremo norte de Providencia se llega al centro, Pueblo Viejo, en donde está la única gasolinera, varias iglesias, supermercados, una panadería muy buena y un cajero automático.
También se encuentra el famoso puente flotante que une a Providencia con Santa Catalina, más conocido como el Puente de los Enamorados. Todo en madera, colores naranjas, amarillos y azules.
Cruzando el puente está Santa Catalina, un lugar que hay que visitar más de una vez. Una caminata por el malecón de la isla te hace apreciar la vida de los isleños, rodeados de brisa y mucha tranquilidad. Unas empinadas escaleras te llevan a un pequeño fuerte en donde se pueden apreciar 2 antiguos cañones, y es el momento adecuado para conocer la historia que dice que el bucanero Henry Morgan convirtió esta islita en su base… y que escondió muchos de sus tesoros aquí. Siguiendo el camino demarcado, se pueden encontrar dos pequeñas playas estupendas para hacer snorkeling. Es maravilloso lo que puedes ver en estas aguas transparentes: flora y fauna fosforescente, cuevas que esconden montones de peces, corales, estrellas de mar, erizos… ¡es increíble!.En Santa Catalina se encuentra la famosa roca que supuestamente tiene tallada la Cabeza de Morgan, pero para verla necesitas tomar un tour en lancha que te pone en el ángulo perfecto para sugestionar tu imaginación.

De vuelta en Providencia, hay más para hacer: al costado nororiental de la isla se encuentra Cayo Cangrejo, Crab Key, que hace parte del Parque Natural Nacional Old Providence Mc Bean Lagoon. Se puede tomar una lancha que te lleva a este cayo para pasar todo el día allí. Uno debe pagar la entrada a este Parque, ¡pero vale la pena! (además uno puede guardar la boleta para regresar días después). Hay una pequeña montaña a la cual se puede subir y apreciar las cristalinas aguas del archipiélago en todo su esplendor. Cayo Cangrejo es otro destino para hacer snorkeling: con calma, se puede rodear esta gran roca y apreciar más pececitos de lindos colores, tortugas y más. Luego, para quitarse el sabor del agua salda de la boca, uno se puede tomar un par de coco-locos preparados en el muelle…
¡Esto si es vida!

Quienes quieren más aventuras pueden tomar un curso profesional de buceo, o hacer el ascenso al “Peak”, punto más alto de la isla, ubicado a 360 metros sobre el nivel del mar. Si viajas en los meses de abril y mayo, puedes apreciar la bajada de los cangrejos negros de las montañas para depositar sus huevos en el mar, fenómeno natural que sólo sucede en Providencia.

Sin embargo, para nosotros ya era suficiente con la playa, la careta y los mojitos. Nada mejor que cambiar el agite del trabajo por una noche mirando las estrellas o una tarde en moto, con el viento en la cara, comiendo una paleta de coco… para nosotros nada mejor que la tranquilidad de Providencia… ¡al menos por unos días!


DATOS UTILES PARA TU VIAJE A PROVIDENCIA
http://www.posadasturisticasdecolombia.com/providencia/
Alquiler de vehículos Juanchi. Cel. 310 783 33 31 - 311-268 23 00.

marzo 02, 2008

Aventura China 4-Más Beijing

Hoy es el día en que me encuentro con la historia. Con la verdadera historia. Ya me siento más segura y confiada en Beijing. Ya sé que de alguna manera me hago entender. Ya sé que puedo tomar el metro sola, sin ningún problema. Ya sé para donde voy hoy.

Antes de mi viaje me advirtieron que en Beijing no había ningún aviso escrito en “cristiano”. Que era imposible tomar el subway... pero la cosa no es tan grave. Es cierto que casi no hay avisos en inglés, pero los pocos que hay funcionan. El metro tiene nombres que se pueden leer. Las líneas no son complicadas y sus estaciones muy convenientes para llegar a donde se quiere llegar. Sólo vale 2 yuanes. En la estación de Fuxingmen, cerca a mi hotel, me doy cuenta que realmente hay mucho chino en esta ciudad. Mucho.
Me bajo en la estación de Tian'anmen Square y me dirijo a Forbidden City. Entro emocionada, saludo a Mao y paso a través de las grandes construcciones de color rojo que son las puertas que me llevan hacia la Ciudad Prohibida: el Palacio Imperial de las dinastías Ming y Qing. Este lugar es reconocido en el mundo como la mayor colección de estructuras de madera antigua que se conserva en el planeta. Tiene 800 edificios y más de 9.000 habitaciones.

Llego emocionada. Pago la entrada, alquilo la audio guía y comienzo una verdadera travesía por la historia ancestral de la humanidad. Lo primero que veo es una gran plaza atravesada por un pequeño río congelado, el cual es cruzado por 5 pequeños puentes. 3 puertas se ven al fondo. Inmediatamente me transporto a una película de época y prácticamente puedo “ver” a montones de soldados de rodillas en la plaza, esperando ver a su Emperador caminando por la puerta central. Triunfal.
Hay muchos turistas (la mayoría chinos) pero me encuentro con un gordito simpático que está visiblemente más emocionado que yo… corre para un lado a otro tratándose de tomar fotos él solo (lo que yo denomino “auto-foto”) y me pide ayuda. Descubro que es venezolano. Está de viaje de negocios y sólo tiene un día para irse de turista… así que no tiene tiempo que perder. Le tomo algunas fotos, él me toma unas a mi y ¡adiós!.

Me concentro en lo que estoy. Estoy en lo que por años fue sede del gobierno chino, en el hogar de antiguos emperadores, todos con una gran corte de esposas y cientos de soldados eunucos. Fue construido en 1.404… ¡¡¡1.404!!! … muuuuucho antes de que nuestro glorioso continente America apareciera en el mapa…

47 años antes de que Cristóbal Colon viniera al mundo, los Chinos construían impresionantes edificaciones hechas en sólo madera, pintada de un rojo intenso y con muchas bases, escaleras y murales hechos en mármol. Montones de figuras de animales, especialmente dragones, decoran los techos de cada construcción. Cientos de historias se pueden sentir e imaginar en cada pasillo, plaza y habitación. Toda la “etiqueta” imperial, la manera en que se relacionaba la gente de la antigua china, mucha mística, poder, control y calma a la vez.
Cada vez avanzo más y poco a poco se penetra la intimidad de la Ciudad Prohibida. El Palacio de la Armonía está en el centro. Las habitaciones del Emperador más allá. El patio trasero está en el fondo; allí hay una pequeña ciudadela en donde vivían las esposas e hijos del Emperador. Me abruma esta experiencia. No paro de grabar en video, tomo toneladas de fotos, no sé si detenerme a pensar y a respirar. ¡Quiero gritar!
Termino esta travesía imperial y salgo a caminar. Hermosas imágenes de la Ciudad Prohibida desde afuera me acompañan hasta un parque cercano: Beihai Park. Hermoso. Conozco un templo budista, toco una campana tres veces pidiendo tres deseos. Observo niños y adultos jugando en un lago congelado. Un atardecer muy rojo me acompaña.
En el camino conozco a una china cuyo nombre occidental es Andy. Está estudiando español y habla un inglés bastante bueno. Es una muchacha sencilla, que trabaja en una tienda de souvenires y sueña en convertirse en una guía turística certificada.

Yo quiero ir a una calle cultural llamada “Liulichan” y ella se ofrece a acompañarme. Magnifico, ahora voy a tener una experiencia china verdaderamente LOCAL. A eso de las 5 pm tomamos un bus que está próximo a reventar… de gente! Me preocupo por una posibilidad de robo, pero Andy me explica muy puntualmente que la ciudad es segura “En la Chima, mientras podamos comer y trabajar, no hay porqué preocuparse. Es un país seguro”.

No logramos llegar a la famosa calle de los artistas, pero insisto en invitar a Andy a comer. Vamos a un restaurante de la zona, uno real, uno en donde no hay avisos en inglés para traducir el menú. Andy se encarga de ordenar: dumplings, noodles,champiñones, pollo, etc. Comemos absolutamente delicioso y de paso me doy una idea más cercana de lo que es vivir en China. Un país muy grande en donde cada uno está en lo suyo. No necesariamente preocupados por la cuestión política y la religión es una búsqueda más personal que una tradición de familia. La mayoría vive una vida saludable, longeva y sana. A pesar de que grandes ciudades como Beijing y Shangai adoptan cada vez más el estilo agitado de los occidentales, la mayoría de chinos viven tranquilamente en provincia, en el campo y están en cama muy temprano en la noche. Una cultura muy tranquila y sosegada (bueno, al menos la cultura que me presenta Andy).

Lo que más me gusta de mi última noche en Beijing, es que a través de mi nueva amiga confirmo mi teoría de que la gente es gente, ¡aquí y en Pekín! Aunque estoy al otro lado del mundo, aunque sólo se hable mandarín y aunque haya montones de años de historia de diferencia, Andy es la muestra de que todas las mujeres a los 25 se preocupan por lo mismo: cómo conseguir un buen novio en estos días, cómo explicarle a una mamá que todavía no es tiempo de casarse, cómo concretar sueños de viajes, y un buen trabajo. La gente es gente.

A dormir.
Mi último día en Beijing se inicia con una apacible caminata por otro parque: Tiantan Park. Tengo que atravesarlo para llegar al Templo del Cielo… y creo que es una de mis mejores momentos en Beijing. Es domingo en la mañana y la gente está descansando. Hay mujeres jugando con telas en el aire. Hay hombres haciendo rítmicas coreografía mientras juegan con raquetas. Observo un coro reunido improvisadamente en un corredor del parque y me acerco a oírlos cantar. Es un momento sublime. No sé qué es, no sé si son sus lindas voces y la pasión que le ponen a su canto, no sé si es porque el tiempo se ha detenido. Este es el momento en que realmente aterrizo de la nube de emociones en la que andaba y me doy cuenta de lo afortunada que soy. Unas lagrimas se escurren por mi cara y sigo adelante.
Disfruto del “Temple of Heaven”. Otra construcción magnífica hecha en madera y pintada de muchos colores. Aquí se rezaba por las buenas cosechas para todo el imperio chino. Mi tiempo se acaba.
Visito ahora (finalmente) a “Liulichan”, una callecita llena de acuarelas recién pintadas, libros, pinceles y antigüedades. Encantador. Luego voy de compras y gasto un buen rato “negociando” todo. Aquí hay que regatear hasta por un cortauñas. Inicialmente es divertido, al rato se vuelve agotador. Sin embargo vale la pena, considerando que aquí se encuentra de todo y a muy buen precio... claro, si se piden buenas rebajas (consejo: hay que llevar su propia calculadora y a través de ella se hacen las ofertas y contra ofertas del caso… muy útil).
Ya casi debo irme al aeropuerto. Me despido de la ciudad viéndola por última vez mientras me como un pincho de ciruelas y patatas dulce caramelizadas. Mi asombro no termina. Sigo viendo montones de gente caminando por la calle. Gente, gente, gente. Es la última imagen que me llevo de Beijing. Gente, gente, gente. Gente que vive, trabaja y disfruta de otra cultura, otra historia, otro idioma. Gente.
Definitivamente hay que volver.

Liliana
Enero, 29 de 2008.

febrero 24, 2008

Aventura China 3-Beijing


Llegar a Beijing intimida. Es una ciudad grande, en donde todo está obviamente en mandarín y uno solo, solito, solo… pero es tan imponente y tan maravillosa esta ciudad, que el miedo se desvanece al ver tantas cosas bonitas y grandiosas. Me temo que las palabras se quedaran cortas para describir lo que siento.

Llego al atardecer y un sol que comienza a caer me acompaña entre grandes autopistas, edificios inmensos, unidades residenciales coloridas con parques en los que hay mesas de ping-pong al aire libre y a lo lejos se ven templos y pagodas. Mucha gente. Muchos carros. La cabeza sigue doliendo por el cambio de hora.

Llego al hotel, me instalo y agradezco que en esta capital se habla un poquito más de inglés que en la provincia. Tomo un “doloroso” masaje oriental (con el que pensaba hallar un poco de descanso, pero…ay ya yai) y me preparo para lo que viene.

Al otro día, muy temprano, con una temperatura de 0 grados centígrados, con perspectivas de llegar a menos 9 grados, tomo un tour que me lleva fuera de la ciudad a las Tumbas Ming y a la Gran Muralla China. Este es el inicio de un bombardeo de información y emociones que sólo logro asimilar casi dos días después.

Técnicamente uno NO VE las tumbas Ming, sino los palacios y templos construidos en su entorno. Ahí se comienza a ver lo grandioso de los antiguos chinos, que construían grandes palacios sólo con madera ensamblada y sin utilizar una sola puntilla. Grandes columnas construidas con troncos de árboles con más de 100 años de edad (para llegar a la altura y grosor necesarios para construir cada edificio).

El guía se apresura por llevarnos a almorzar casi a las 11:00 am (supongo que tiene afán por terminar con su trabajo) y luego a medio día nos lleva a una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno: The Great Wall, o la Gran Muralla China. Mi papá me había hablado de ella, con 7.300 km de este a oeste (más extensa que un viaje a la costa en carro), los mitos urbanos dicen que se ve desde la luna… ¡Oh, es absolutamente increíble volver realidad esas imágenes que estaban en la cabeza y lograr inmiscuirse en ellas al tomarse una foto que congelará por siempre el encuentro de una idea con la cabeza que alguna vez la evocó! (…que poeta, ¿no?).

El ascenso a la muralla es divertido. Se monta uno en un carrito como de montaña rusa que te lleva a una cima, punto de partida para que conozcas un tramo de la Muralla. Todo en un ladrillo negro, se despliega a través de las cimas de las montañas onduladas de la República Popular China. Subidas con pendientes muy marcadas dejan sin aire a los turistas emocionados que caminan y se toman fotos por doquier. Hay pequeñas construcciones, tipo observatorio, que servían de guarida para los vigilantes de la muralla en tiempos que datan 480 años antes de cristo y para aquellos que en el siglo XXI se congelan apreciando esta construcción. Imponente.

Después de un té verde, el tour termina llevando a los extranjeros a una farmacia china, en donde unos doctores de la medicina oriental le dan a uno una clase sobre lo saludable que son los chinos y tratan de venderle a uno sus medicina naturales que “beneficiarán los riñones, se limpiará el organismo y así se vivirá tanto como un chino”. Obviamente no compré nada.

A media tarde me bajé del bus en el centro y comencé a caminar. Con mapa en mano descubro que las cuadras son mucho más largas de lo que uno se imagina, pero encuentro un montón de cosas interesantes en el camino para mirar. Centros comerciales super modernos, tiendas especializadas en vender palitos chinos para comer (de todos los precios y en todas las presentaciones), un callejón de comidas en donde hay puestos en donde venden pinchos con bichos ojones y caballitos de mar como disecados (un tanto impresionante), pero también hay pinchos de frutas caramelizadas (manzanas, fresas y unas papas dulces) deliciosos.

Me encuentro con grandes avenidas iluminadas y Tiana´anmen Square (ya de noche) con la foto de Mao en el centro.
Tiana´anmen Square es la plaza pública más grande del mundo (dicen los chinos)… y bueno, si se ve gigante, tanto o más que el Zócalo mexicano en el D.F. Se construyó con la idea de poder tener un gran espacio para organizar actos masivos políticos, con grandes edificios y construcciones a los lados. Marca por un lado el acceso a Forbidden City (entrando por la puerta de Mao) y en frente hay un obelisco monumento a los Héroes del Pueblo, el Museo Nacional de Historia y la Asamblea Nacional.

En este punto estoy agotada. Es de noche, he caminado un montón, he tomado toneladas de fotos y he grabado un cassette entero de video. He sobrevivido al viento frío de Beijing y tengo un hambre que ni se imaginan. Ya no confio en mi percepción del mapa porque las distancias son absurdas, así que decido buscar un restaurante en donde comer. Tengo antojo del famoso pato Pekín (o pato lacado) y camino otra media hora hasta llegar accidentalmente a un hotel con un pato gigante en la entrada, que resultó ser uno de los mejores lugares para probar el manjar local (lo que confirmo en una guía turística que conseguí de la ciudad). En un salón hermoso, grande y elegante, chequeando cuantos más occidentales-ojo grande había en el lugar (solo dos más) pido medio pato lacado, te verde y una cerveza china. ¡Exquisito!.
A punto de desmayarme del cansancio, tomo valor, me meto en la estación del metro frente al hotel del pato y regreso a casa: el Holiday Inn me recibe de nuevo. Antes de acostarme a dormir a eso de las 10:00 pm de la noche en China, me conecto a internet para saludar a mi querido Julian quien ya, recien arreglado, se dispone a salir al trabajo muy a las 9:00 de la mañana en Colombia. ¡MI mundo está al revés!

Mañana será otro día. La Ciudad Prohibida me espera.

Liliana
Enero, 25 de 2008.

febrero 23, 2008

Aventura China 2-De Haikou a Beijing


Ni Hao!! (significa HOLA en chino):

Les cuento que todo va bien, aunque los dolores de cabeza continúan (sin importar que me tome 2 litros de té verde diarios, para relajarme). Siento como si no hubiese dormido desde hace más de 7 días. Y trato... pero duermo poco.

En fin...

Haikou estuvo bien. Increíble. Fue un buen inicio de viaje porque realmente estuve en una auténtica provincia China, en una ciudad pequeña, sin tanta influencia occidental. La noche antes de irme tuve la oportunidad de ver otra cara de Haikou... una más moderna con calles iluminadas por hermosas lámpara chinas rojas... todo un espectáculo!

Crucé un hermoso puente conocido como el Century Bridge, blanco, alto, con una especie de arcos no circulares, sino ovalados, con inscripciones chinas iluminadas. Muy lindo. Estuve tomando cerveza china (marca Tiger) y jugando un juego de dados similar al muy bogotano "Cacho". Muchas risas, pinchos de una carne desconocida y brindis en francés, chino y hasta español. CAMPAI !!! (fondo blanco en chino).

En todo caso es importante resaltar (después de mi relato anterior), con el ánimo de que no queden con la idea de que Haikou es como una vieja película china, con mucha gente en bicicleta y poco desarrollo, que también hay grandes edificios modernos y un aeropuerto envidiable (ojalá El Dorado en Bogotá fuera medianamente parecido a este aeropuerto de una pequeña isla en una provincia lejana en China).





Y sigue el viaje.

Déjenme decirles que los chinos tienen mucho de costeño y de colombiano en general... pero muchas de las cosas que NO me gustan de los costeños y los colombianos, llevadas al extremo!!
Son muy bullosos, son un tanto desorganizados. Eso de WAIT IN LINE no significa nada para ellos... todos se meten, todos empujan, nadie espera ni considera que tú si estás haciendo fila. Se tiran todos a subirse de una al avión, pasan te empujan y nada de SORRY! y no esperan a que el avión haya aterrizado para pararse y coger su maleta de mano. ¡Las pobres azafatas no dan abasto!

Otra de las particularidades de los chinos (que gracias a Dios esto no aplica por igual a los colombianos) es que son los REYES DEL GARGAJO. Creo que es culturalmente aceptable, que escupan con orgullo... ¡sí!, por donde uno quiera que va, uno escucha a los chinos tomando un gran impulso sonoro, para finalmente escupir asquerosamente en la calle... ¡es horrible!. Pero bueno, son los detalles que enamoran.

Finalmente llegué a Beijing... capital de la China. Gran ciudad llena de maravillosas autopistas, edificios gigantescos y pagodas graneadas por aquí y por allá. Imponente. Afortunadamente aquí se habla un poco más de inglés y, definitivamente la cultura occidental se siente un poco más. Lo primero que tu ves e el aeropuerto es un Starbucks, y en el camino se puede apreciar locales de Pizza Hut, Kentucky Fried Chicken y Mac Donalds.


Mi chofer, el que me recogió en el aerpuerto, no habla ni papa de inglés, así que me tengo que guardar un poco de preguntas que nacen en el camino. Sólo debo relajarme y observar un bello atardecer en camino a mi hotel. Beijing tiene hermosos atardeceres, largos, con un sol rojo y redondo que te acompaña un buen rato. La luz es divina. Está haciendo mucho frío y yo me siento increíblemente agotada. Tengo que recuperar fuerzas porque viene la Gran Muralla, pinchos de bichos y caballitos de mar, pato Peking, laaaaaargas cuadras y más frio.

Liliana
Enero 24 de 2008

febrero 17, 2008

Aventura China 1-Primera Parada: Haikou


Hola:
Les escribo desde Haikou, pequeña ciudad situada en la Isla de Hainan, al sur de la China. Llegué muy bien, tras un viaje muy muy muy largo: salí un sábado desde Colombia y llegué un lunes. No es que haya estado en el aire 3 días, sino que el cambio de horario desapareció de mi vida el día domingo.

Sin embargo la emoción del viaje no me dejó sentir cansancio.

Llegué y me tocó trabajar inmediatamente. Fuí a la locación del programa que vine a ver grabar, fui ir a almorzar y comer con Christoph, el francés que me recibió y una gente que vino de Cambodia (franceses también). Conocí algo de la zona en donde estoy, especialmente restaurantes muy bonitos en grandes hoteles. Pero fue hasta hoy, un día después, que pude irme sola por ahí, que pude apreciar y ver mejor la cultura China.

Primero que todo les cuento que hay que hacer unos grandes esfuerzos para comunicarse, ya que casi nadie habla inglés... y si hablan inglés, hablan “inglés-chino” y casi no se les entiende... pero ahí uno se defiende apunta de mímica y mucha imaginación.

Me fui para el centro de la ciudad con un mapa escrito totalmente en mandarín. Así que decidí concentrarme mucho en la ruta e ir revisando cada tanto cuántas cuadras había caminado para estar segura en donde estaba parada. Llegué al centro antiguo de Haikou (una especie de San Victorino bogotano) y todo lo que pasaba a mi alrededor fue bastante abrumador. Mucho desorden, muchas motos, bicicletas y pito por montón... muchos olores, mucho ruido y venta de cosas raras por todas partes. Mostradores con peces vivos para la venta, chinos jugando cartas, puestos de comida callejeros con patos y gallinas colgados, pinchos de todas las clases, ropa, zapatos, especies, monedas, y mássss comida.





Tomé una deliciosa sopa wanton en la calle por 3 yuen (rebarato, el equivalente a unos $800 pesos colombianos, menos de medio dólar americano), compré bobadas y saqué muchas fotos.

Salí del centro y caminé por otros lugares más modernos. Caminé por un parque con un lago hermoso, caminé por una zona comercial con muchos almacenes y promociones en todo, e inclusive fui a Carrefour a chismosear cómo eran los supermercados chinos no-callejeros (iguales a los de cualquier parte, con todo en mandarín y muchos animales variados a la venta para preparar en casa).

Fui al baño y la sorpresa aquí fue que todos los baños públicos son letrinas, así que toca “hacer” de pie. No me fue mal, he de decirles… pero eso sí, escogí muy bien a que baño entrar (en un centro comercial) pues me habían advertido hasta el cansancio que esta experiencia en la calle no era muy placentera.

En fin, en el camino me encontré con gente amable a la que yo les parecía muy curiosa... aquí yo soy la "gringa"... no hay manera de disimular que uno es turista ya que con la cara y ojos occidentales no se puede discutir... muchos me miran y se rien... me dicen “Hello!” con tono de aventura y algunos hasta me ayudaron a moverme por ahí.

Ha sido una buena experiencia hasta ahora.

Sin embargo tengo unas jaquecas terribles... creo que mi cuerpo no ha asimilado bien el cambio radical de horario. Aquí estoy 13 horas adelante en el tiempo (mi tiempo), y a eso de las 4 pm me duele la cabeza un montón y me entra un sueño terrible. En todo caso, espero acostumbrarme tarde que temprano (y de seguro cuando lo haga, tendré que volver, ¡ja!).

Mañana vuelo a Beijing... así que ya les estaré contando más cosas.

Liliana
Enero 23 de 2008